-Fotogramas-
Puede que, a decir verdad, pasemos más tiempo delante de una
pantalla de televisión del que nos gustaría; pero yo siempre que tenemos que
intentar sacarle la mejor cara a todo aquello que tenemos delante.
Puede que sean una pequeña cantidad de pinceladas, pero
estoy segura que muchos de nosotros recordamos, grabamos, incluso, usamos
muchas de esas escenas en las que la reflexión te coge de improviso por
sorpresa:
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La pequeña gran mente del Forrest Gump
diciéndole a una completa desconocida: “Mamá siempre decía que la vida es como
una caja de bombones: nunca sabes cuál te va a tocar”.
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El recién reformado nacista, intoxicado por la
sociedad que le han rodeado, que al final encuentra las palabras que le faltaba
para su ensayo de clase: “El odio es un laste. La vida es demasiado corta como
para estar siempre enfadados. No merece la pena”.
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El loco judío montado en una bici y
rematadamente tan enamorado como para ir gritando a los cuatro vientos: “Buenos
días, princesa. He estado toda la noche soñando contigo”.
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Ese gran e inigualable Tyler Durden que se
lucha, rompiéndose la cara cada noche, con una sociedad que no lo entiende como
ser individual e independiente, sino como un sistema en el que todos y cada uno
pensamos lo mismo: “Tenemos empleos que odiamos para comprar cosas que no
necesitamos”.
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Una mente sabía y astuta por su experiencia,
como la de Albus Dumblore, por ser profesor y director de una de las más
mágicas escuelas que puedan existir: “Son nuestras elecciones, Harry, las que
muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades”.
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El nombre del que, probablemente sea, el mono
más famoso entre los cinéfilos que ya desde pequeños soñaba con que los
animales podrías hablar y ser amigos de verdad: “El pasado puede doler”-
Rafiki.
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Un casi analfabeto John Coffey que nació con el
talento de amar y arriesgar su propia salud por ayudar a los demás cuando la
injusta vida decide tomarse la justicia por su mano: “John Coffey; como el
café, pero se escribe diferente”.
Estoy segura que, ajena a la historia de ficción con la que
una pantalla de televisión nos engatusa y atrapa, se esconde una situación o un
personaje en concreto con el que empatizamos y admiramos.
Y es que no sé qué tiene el cine, que al final te empuja a
pensar y pensar en qué gran reflexión seguir añadiendo a tu propia historia.
Puede que un segundo de 18 fotogramas, puedan significar un nuevo brote de
conexión con nuestro cerebro.
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