Ni caballeros, ni doncellas.

Hoy me acordaba de ese gran libro: "El caballero de la Armadura Oxidada", que me enseñaba que todos tenemos que encontrar nuestras mayores verdades entre silencios y dudas. 
Qué hasta el más valientes de los guerreros se dejaban llevar por las estúpidas responsabilidades y se quedaban atrapados en una armadura de la que no podían y no sabían cómo salir.

Los buenos consejos, los ratitos a solas contigo mismo y el saber qué era lo próximo que tenías que hacer para ser feliz, te terminaba mostrando el camino y dejar esa fachada que se había pegado a ti cuál lastre...

Los más valientes guerreros no son los que más cabezas cortan, ni el que más salga a buscar doncellas perdidas o doncellas que, cuando salga el Sol, se convertirán en rana; sino el cauto que sabe aceptar una derrota, una decepción o enfrentar el miedo de perder su poder y todas sus armas. 

Puede que, después de todo, ni todos puedas ser valientes caballeros; ni todas las doncellas querrán que las saquen de su torre. 



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