-Tiempo-

"El tiempo que se fue, se fue".

Ingerir un plato de comida: 10-15 minutos.
Lavarnos los dientes: 5-7 minutos.
Ducharnos: 4-9 minutos.
Bebernos un chupito: 0,8- 1,5 segundos.
Dar un beso: 2-5 segundos.
Tener un orgasmo: si eres chico, 8,7 segundos; 10,9 segundos, para chicas.

"Pero, ¿y la felicidad qué?"

Estamos empeñados en medir y medir el tiempo. En vivir justificándonos en el reloj y las citas marcadas por manecillas y números con un significado aparente. ¿No estáis hartos de que todo se lo lleve él? ¿De que la sensación del "dejarse fluir sin más" no salga por falta de tiempo?
Puede que, para muchos, el orden del tiempo se haga imprescindible; pero no somos más que una tremenda bola de plastilina de tiempos entre los colores del pasado, presente y futuro.

¿Y el tiempo del "aquí y ahora"?

Una sonrisa: no tiene tiempo.
Las lágrimas de un amigo: no se pueden contar, porque tendríamos que multiplicarlas por su valor.
Una cerveza con tu hermana o hermano: algunas duran 10 minutos y otras, todos los domingos a mediodía.
El saludo de tu madre con la vecina: nunca se sabe. Pueden ser desde pocos segundos, a un par de horas de charla.

¿Y un abrazo? Ni tenemos derecho a ponerle un intervalo de tiempo. Sería un crimen.

Dicen que los abrazos que duran más de diez segundos, tienen un poder psicológico en nuestro cuerpo y en nuestra mente, que nos hacen alcanzar las palabras más escondidas de nuestro ser.
Dicen que, en el idioma no verbal, en tan sólo 10 segundos en contacto con otro cuerpo, somos capaces de empatizar y transmitir la energía que llevamos dentro y recibimos; que, a partir de 10 segundos, ya no se mide en tiempo; sino en sensaciones. Seguro que más de uno habéis sentido esos "calambrazos" de electricidad y química entre dos cuerpos recién conocidos ó esa "tristeza agobiante" por saber que puede que sea una sensación que tardemos bastante más tiempo en volver a repetir.

Respirar. Dejar ser. Dejar transpirar lo que somos, sin control de unidades de tiempo.

Dejamos que el tiempo no se acabe, que aprendamos a no excusarnos con que "no tenemos tiempo suficiente" o que "no nos dio tiempo". La única que no se deja contonear con él, es la muerte, al fin y al cabo.

"Tiempo" puede irse a la mierda, que ya tengo suficiente con convivir con él y ser víctima de sus 24 horas y sus 365 días para volver a juntar a una familia junto a la mesa.

No seamos "tiempo", sin más; sino "el tiempo que nos queda".



Comentarios

Entradas populares