¿De qué?

                                                                         ¿De qué me sirve la vida?

Es justamente eso. Una pregunta retórica con una respuesta diferente y cambiante a cada paso que avanzamos o tropezamos.

Y es que, ¿qué es la vida sin la vida? Mil y una palabra nos bombardearían en la mente, pero todas inconclusas. Todas ellas incompletas.

No te engañes. Nada es imprescindible aquí abajo.

Lo que cuenta es la necesidad. Necesidad de sentir el amor en todas su variedades, la frustración del querer y no poder, el dolor que acaba tendiéndote un pañuelo para secar tu rabia, los límites que nos imponen los miedos y hacen que nos mantengan en un plano real, o quién sabe qué otro camino...

¿Lo último que muere? Camila se equivoca. No es esperanza, sino fuerza. Aliento. Impulso. O puede que una vocecilla interior que rompa con su enmudecimiento para dejar paso a la comprensión.

La vida sirve para eso, para vivir. Ni por nada ni por nadie, sino por todo. Ni eliminando lo que creemos tan malo, ni quedándonos solo con lo mejor; la vida lo incluye todo, seamos ambiciosos.

Y sí, no es fácil aceptar que pierdes; pero siempre hay un "pero" posible, o sus derivados "sin embargo", "aunque" o una simple coma que retenga todo lo que llevamos escrito hasta ahora y nos haga tomar aliento. Un respiro.

El destino no es más que un falso fantasma. Tu propia mentira verbalizada.

Que no sea la pregunta lo que te provoque congoja, sino el cómo proceses una respuesta... el ser capaz de llegar hasta ella. Seguro que es diferente a la mía o a la tu "yo" de hace algunos años...

Tranquilo. Aquí la codicia está permitida.



Comentarios

Entradas populares