AMOR

Suspiros sin nombre que se pierden entre la multitud. Emoción que no deja de emanar, que provoca un continuo estado de embriaguez por la persona correspondida, que sacia hasta el más mínimo recóndito escondido del alma. Despreocupaciones, ilimitaciones, sentimiento de euforia…y todo por amor, por esa persona en concreto, que hace que la calzada se haga más amplia y los amaneceres una lluvia de esperanzas.

El pasear canturreando sin importarte que te escuchen, el cosquilleo en el estómago cuando la ves aparecer desde lejos, la sonrisa bobalicona en tu cara provocada por una de sus miradas o que se te detenga el corazón por un segundo al darte cuenta de que, de los miles de pares de labios que existen, ha escogido los tuyos para juntarlos con los que tú tanto anhelas.

Ahora lo sé. El amor es un parche ante las dudas, el dolor y el miedo. Un antídoto al veneno de la soledad. Un vagar constante por entre un mundo paralelo donde solo estáis tú y ella y una realidad cercana donde ella no está ausente. Quizás la mayor locura para todo aquel que quiera sentirse loco. Loco por amar.

Y encontrar la paz, la diversión y el cariño en una misma persona. Y dejarte llevar por la situación y el momento. Y ser un lugar donde lo único que quieres mirar sean sus ojos reflejados en los tuyos, oír el susurro de su voz mientras se acerca despacio a ti, lo único que quieras acariciar sea su piel desnuda sobre la tuya, oler su pelo recién secado después de una ducha juntos, degustar su boca fundiéndose con la tuya congelados en un mismo segundo del escalonado reloj de arena.

Y acabar sumisos. Sumisos uno en el otro y otro en el uno. Empezar siendo yo, para, juntos, convertirlo en nosotros.

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