En manos de los peces gordos...

Filosofando una noche más con mi almohada, he podido dejarme llevar de nuevo.
¿No sería mejor un mundo sin guerra, sin mentiras, sin antiglobalización de por medio? A veces, somos tan inconscientes de lo que gira a nuestro alrededor que nos encargamos de vivir nuestra propia de tal manera que no somos capaces de ver que la realidad instantánea que nos permite sonreír por un instante, no es más que una máscara de injusticias sociales y políticas.
¿Qué sabe un diputado del Gobierno qué es lo que a mí me haría feliz? ¿Qué circunstancia le lleva al representante de Dios en la Tierra a no otorgar las mismas oportunidades a todos los ciudadanos del mundo?
La verdad, queridos lectores que los humanos somos egoístas y previsibles, y que la gran mayoría necesita a algún personaje de poder para que lo guíe en el camino de la vida. Y mi pregunta es: ¿Realmente necesitamos a ese ser político, social o espiritual para elegir cómo seguir? ¿No sería más fácil dejarnos llevar?
Vivimos en un mundo en el que las mujeres siguen sufriendo la ventaja del más fuerte, el hombre sigue sufriendo por el explotador capitalista y los niños siguen siendo incomprendidos por una educación que no siempre es la correcta. Aquella pirámide que nos hacían estudiar en primaria sobre la sociedad medieval no ha variado mucho respecto a la actual.
Más que libertarios de actuación, somos libres de luchar.
Hay tantas cosas que modificar de este sistema de vida paradójico, que no sabemos por dónde empezar: ¿Aceptamos a los inmigrantes? ¿Aceptamos a las personas sea cual sea su orientación sexual? ¿Explotamos a los débiles para adquirir la mejor ganancia? ¿Nos dejamos la piel por defender a un partido político? ¿Creemos en un ser superior que nos salvará después de la vida? ¿No nos basamos en estereotipos prefijados antes de conocer? ¿Pegamos a las mujeres para que obedezcan? ¿Discriminamos a los discapacitados porque los tratamos como diferentes?
Somos piezas de un puzle por acabar. Nosotros decidimos si queremos ser encajados en un lugar que no nos toca o que no queremos estar, o asentarnos según la visión de los gobernadores por discordia.
Confío en quién este conmigo, en quién me conoce, le daré mi ayuda a quién crea que se vale la pena dársela, contaré con los consejos de las personas que se sienten libres, que no se acomplejan por despertarse cada mañana con un salto de la cama. Si ser libre es luchar por lo que quiero, no me rendiré…
E imaginando un mundo mejor…caigo rendida por el agotamiento de las horas…


Comentarios

Entradas populares